Street Art Bogotá: Meando Paredes

Orinando paredes, esa es la primera idea que se me viene a la cabeza cuando de graffitis se trata. No me malinterpreten, yo soy PRO arte urbano, PRO graffiti, PRO Justin Bieber, pero no se puede negar que hay más de uno que cree que graffitear es como mear en las paredes cual perro callejero marcando territorio. Todos esos que “taguean” los muros me parecen detestables; cada uno de esos barristas que les da por marcar su territorio, me fastidian. La tal “culebra” que tiene rayada toda la ciudad me tiene harta. ¡Cuál es su maricadita de andar rayando cada puente, cada esquina, cada silla! A esta gente, le pica ver una casa recién pintada o un muro recién construido, cuando uno menos lo espera ya tienen la casa meada con sus rayones ególatras.

Lo que más me molesta del asunto es que, como ya mencioné anteriormente, soy PRO arte urbano, y esta gente, que se las dan de malos, se caga en todos aquellos que realmente desean sacar al graffiti de esas connotaciones vandálicas en las que ha sido encasillado. Por culpa de estos tantos, el graffiti sigue siendo hoy, para muchos, cosa de pandilleros más no de artistas. Es normal escuchar a la gente decir que esos graffiteros son unos pandilleros, drogadictos y hasta rateros, que lo único que hacen son rayones, pero vaya usted a mirar si alguna de esas personas que tan mal habla del arte urbano es siquiera capaz de manipular una lata de aerosol. Si a los historiadores del arte y artistas les gusta o validan los frescos italianos, los murales mexicanos y el trabajo de Banksy ¿por qué no apoyan el arte urbano local?

Hizo falta que a un jovencito millonario -cantante de pop pa’ estas- le diera por graffitear más de cuarenta metros de muro en Bogotá, para que los policías aceptaran que días después más de trescientos graffiteros se reunieran a pintar en el mismo lugar sin ningún tipo de problema. Ese sábado ningún “pandillero” de esos fue golpeado, maltratado o llevado a la cárcel por estar “arruinando” el espacio público. Y si, suena horrible decirlo, pero hizo falta que llegara un “verdadero artista” para que los artistas urbanos tuvieran su espacio, así que PRO Justin Bieber Forever.

Y es que todo esto lo lleva a uno a pensar, ¿Qué le pasa al mundo del arte? Como es posible que sea JUSTIN BIEBER quien valide un acto artístico que por tanto tiempo fue relegado y estigmatizado. A caso lo que falta es platica pa’ mover el negocio… Posiblemente esa sea la razón, porque yo me pego la endeudada de la vida por estudiar Arte en una Universidad para que cualquier cosita que haga se pueda llamar arte y por ende yo pueda ser llamada artista. Para ninguno es secreto que el campo artístico es elitista, es cerrado, y si uno no tiene un cartón de alguna universidad, se jode; chao arte, chao artista. Es muy difícil que alguien sin título de algo logre validar su trabajo artístico, y más en un panorama como el colombiano en donde la desigualdad se nota hasta en el arte (Usted puede ser ingeniero pero si tiene el cartón que lo dice, dedíquese al arte que da lo mismo).

Y es que la única manera de ser llamado artista es haciendo parte de la rosca, por eso muchos pagamos doce millones por semestre, para poder estar en la rosca. Porque siendo realistas, uno no es que aprenda mucho sobre cómo ser artista, y es que acaso eso se aprende, ¿El arte se aprende? Yo solo sé, que a diario veo más arte en la calle que en la universidad, porque pa’ colmo de males el campo cerrado del arte tiene de apoyo a todos aquellos que orinan paredes y hacen que el graffiti sea visto como cosa de vándalos y no dejan que el arte urbano logre mear dentro del tiesto.

Escrito por Andrea Rodríguez

Street Art: Bogotá Nocturna

Foto: Andrea Rodríguez